Pedagogía Ilustrada: Kant




A partir de la charla "Pedagogía Ilustrada" que Víctor Manuel Píneda Santoyo impartió en el diplomado Filosofía de la Educación y Pedagogía Crítica.

La pedagogía ilustrada desde la perspectiva de Kant, se centra en la autonomía. En la capacidad que todo ser humano tiene para valerse de sí mismo en correlación con los otros. De tal forma que la finalidad de la educación era formar individuos libres: de las viejas servidumbres, del orden timocrático, del uniformismo, de la identidad laboral, en suma, de la sociedad jerárquica. Kant intento romper con la estructura jerárquica que dominaba. La educación era la mejor opción para hacer frente a la desigualdad, a la exclusión, a la tiranía. Por lo tanto, a través, de la educación se estableció una lucha contra el poder establecido y se inauguró una sociedad equitativa, es decir, se democratizó a la sociedad, era la oportunidad para que los más desfavorecido pudieran alzar la voz.

Recordemos que el acceso a la educación durante siglos era un privilegio de unos cuántos, a los que por derecho les correspondía gobernar. De lo cual se sigue que las sociedades libres son en mayor medida igualitarias: rompen con el gremio y el corporativismo. Contrarias a las sociedades sin educación que son jerárquicas y excluyentes. Es a través de la educación que el individúo puede insertarse en lo político (argumentación) y, por ende, en lo social (lograr decirse).

El ejercicio del “poder” fue reivindicado, como la capacidad que todo individuo podía ejercer sin coacciones. Sin embargo, era necesario que el poder fuera acompañado por disciplina y autoridad, en cuanto instrumentos no para dominar sino para lograr algo superior: la autonomía. Lo que constituyó, además, una revelación contra el principio de autoridad: el utilitarismo quedo desgarrado. Fue precisamente la crisis del principio de autoridad lo que libero a la subjetividad.

Ahora bien para Kant la persona es un fin en sí misma. De tal suerte que la libertad es el valor y la igualdad el fin. Así en última instancia educar es significar. Valga decir que está en estrecha relación con el sentido de la belleza, imprescindible para la educación: los educadores deberían promover el goce. Recordemos que de las facultades superiores del espíritu la sensibilidad es una de ellas.

El fin de la educación, en última instancia, era la constitución de “Nacionalismos sociales” fincados en la identidad singular y autónoma de sus individuos. Que suponía, también, un proyecto de educación a gran escala: clara lucha contra el analfabetismo. Píneda, señaló, parafraseando a Octavio Paz: “México no tuvo siglo XVII, en Francia, la ilustración fue un movimiento social en México, no”. Muchas de las condiciones que Kant denunció siguen vigentes hoy día. ¿Cuál debe ser la tarea de la filosofía de la educación y de la pedagogía hoy? ¿Seguir manteniendo el sistema vigente o denunciarlo? ¿En otras palabras por cuánto tiempo soportaremos una realidad falsa y dejaremos que se nos vendan apariencias sin alzar la voz? El panorama parece estar claro, pero es la postura kantiana (la opción por la autonomía fincada en la razón, teniendo en cuenta que la razón no le pertenece a la personas sino al argumento) la alternativa a seguir para dar solución a los problemas que enfrentamos.

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