Caminata al recuerdo

Me duele la cabeza, hoy es el tercer día de nuestra caminata. El fuego alumbra a penas unos metros alrededor de nuestra luminosa tierra, el cielo resplandece. Nos hemos detenido a mirar el mapa, aunque no logramos definir hacia donde está el norte. Hace mucho olvidamos cómo se lee el firmamento. Los celulares sin batería son solo una carga. Hemos caminado instintivamente entre las barrancas, colinas, llanuras y montañas. Pensamos que tras cada paso vendrá uno mejor.

En los momentos de silencio me aparto bajo cualquier pretexto, para sentir la tranquilidad de la soledad y cerrar un instante los ojos. Es un momento pleno, porque es cuando mejor te miro y recuerdo a cabalidad tu mirada y tus palabras. 

Me han insultado y llamado cobarde, pero no me importa, yo sé cómo late mi vitalidad.

Cada discusión es un circulo denso, llego a desesperarme; sin embargo, allí, de cada palabra brota un poco de esperanza. Es como si hubiéramos olvidado todo y estuviéramos aprendiendo a hablar, reconocer y escuchar; inventar la verdad.

Por momentos llego a sentirme tan cansado y hastiado que no registro nada de las discusiones sobre mi cuaderno de notas; otras, es el mismo discurso que taladra mi memoria, como si escribieran una y otra vez lo mismo sobre una hoja en blanco hasta hacerla ilegible e incomprensible, aún cuando la idea es mantener la calma y llegar a un acuerdo entre todos juntos. No obstante, siempre hay quién cree tener la razón, es una forma de superioridad, de aniquilación, de ceguera. Si seguimos así, moriremos, sabemos instintivamente que para vivir debemos mantenernos unidos y organizados; ese mismo instinto también nos lleva a sobrevivir por la ruta del egoísmo; si el agua y la comida merman aparecerá el héroe y el villano y el sacrificio.

Hace tres noches todavía reíamos y bebíamos festivamente. Pero, ahora, después de vertiginosos y hasta coléricas discusiones, el silencio se vuelve paliativo y el recuerdo de los tiempos de paz nos devuelve los ánimos y la vitalidad, cada quién secretamente va a su memoria y a sus dioses y demonios. Recuerdo durante instantes tu regazo, tu palabra sobre la imbecilidad humana y la dignidad y la justicia; y esbozo una cretina sonrisa, entonces sé que uno está siempre solo, la compañía es una ficción que puede convertirse en realidad tras la suma de cada ficción. Hemos hablado tanto que nos hemos quedado sordos y mudos.

A estás alturas, que importa si somos de una cultura u otra, si olvidamos el sentido de las cosas. Lo mismo quisiéramos agua y pan. Comenzaron por destruir la memoria. Ahora solo nos quedan recuerdos vagos, parte de un rompecabezas que nosotros solos no podremos armar, nos necesitamos. No hay nada verdadero, solo la lucha por la vida. Hace ya algunos años, otros como nosotros salieron de la comunidad, jamás regresaron.

Mantendremos viva la llama, hasta olvidarnos de nosotros mismos o morir. Estamos exhaustos, la obscuridad de esta noche se impone y el silencio y nos advierte el porvenir…

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