La disputa por el derecho a la diferencia



Libro Cherán K'eri 5 años de autonomía.

La civilización se ha erguido a partir del despojo, del asedio, la marginación y la posición de unos sobre otros. Cuando decimos civilización, nos referimos a la idea de progreso, humanidad y bienestar que impone el capitalismo. La propuesta, fincada en la acumulación, precisa de la transformación del espacio geográfico, el cambio en la forma en que se nombran las cosas y, en última instancia, la imposición cultural. Es decir, la universalización de una sola idea, una sola manera de mirar, de hacer y, por lo tanto, de ser.
Antes de que el continente americano fuera nombrado así, había culturas construyendo al mundo de formas determinadas de acuerdo a su entorno. Pueden encontrarse vestigios de culturas milenarias, entre ellas, la purhépecha. La llegada de los europeos dio un giro a las culturas nativas y al desarrollo de éstas. Nacieron nuevas culturas, luchas, resistencias y rebeliones.
Las culturas originarias, como ahora se les nombra, después de una larga lucha por reivindicar el lugar que les corresponde, se han venido transformando hasta casi desparecer. México es uno de los países con mayor diversidad cultural y, a su vez, con el grado más alto de violencia hacia las comunidades originarias. Una de la razones de la marginación y exclusión, es que se pretende lograr un país uniforme, eliminando las diferencias. Sin embargo, a través de procesos de lucha como el que la comunidad de Cherán ha tenido, se disputa el derecho a la diferencia ante el Estado-nación, la delincuencia organizada o las empresas paraestatales. Elementos como el de identidad y alteridad se encuentran y desencuentran en un proceso comunitario en rebelión permanente.
Es la forma en cómo se hacen las cosas, de mirar, andar y sonreír lo que precisa a un Cheraní. Son características que emanan de la relación con el mundo, con los otros y, necesariamente, consigo mismo. No es un cuento romántico, lejos de los problemas originados en el capitalismo, de los problemas de la pobreza, el desempleo y las carencias, que luego se traducen en el alcoholismo, la depresión o la violencia; es una forma determinada de luchar bajo la sombra del capitalismo o en medio de la globalización, en suma, es una manera construir mundo.

Cheraníes: la construcción de un sujeto comunitario

La comunidad autónoma de Cherán K´eri también va prendida del capital, es decir, forma parte del sistema económico, las redes sociales, la moda y los medios de comunicación. No escapa a la lógica mundial de hacer un sólo proyecto civilizatorio. Precisamente, en medio de esta vorágine, las particularidades son relieves que se contraponen a la idea totalizadora de ver el mundo. La identidad surge de la conciencia de la diversidad, esto es, la alteridad. Una de las fuentes que posibilitan la identidad es la memoria viva, que se hace presente por medio de la tradición oral.
Desde la Colonia, las culturas originarias han soportado el desprecio y la subestimación. A partir estos elementos, también, se forma el proceso identitario. Aunque discursivamente haya intentos de reconocimiento, lo cierto es que en los hechos se continúa la ruta del desprecio: una forma de guerra y despojo velada y silenciosa. En consecuencia,  pese al señalamiento de la diversidad cultural tanto en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, como también en acuerdos internacionales, no ha existido un auténtico reconocimiento. Sin embargo, aún en este marco, se reafirman características propias de hacer cultura. En cierto modo, el olvido del Estado hacia las comunidades originarias ha permitido refrendar la autonomía y recurrir a los saberes propios para subsistir, lo cual contrasta con los programas asistenciales, el caso de la cruzada contra el hambre es un claro ejemplo de cómo en lugar de ayudar, se inmoviliza los procesos comunitarios, la economía local, las prácticas alimentarias y a la comunidad misma.
Entre las políticas del capitalismo y del Estado-nación, Cherán K´eri integra un proyecto comunitario. De aquí la idea del sujeto comunitario. La organización política en la comunidad parte de la relación con la naturaleza, es decir, con el entorno del territorio. Los principios que regulan la organización son la seguridad, la justicia y la reconstitución del territorio. Se practican desde el espacio comunal: la fogata y las asambleas.
El sujeto comunitario se opone a la idea del sujeto individualista, a través del cual, se instituyen las relaciones sociales del capitalismo. Obviamente, que el sujeto comunitario no es absoluto, sino que es una práctica cotidiana, y hasta una lucha para no caer al juego del sistema capital. 
La comunidad se organiza desde dentro de sus saberes y prácticas al margen del Estado. La organización que se hizo evidente el 15 de abril, deja de manifiesto una forma propia de organización en la que sobresale la comunidad, no los sujetos por separado. La integración de una organización, que si bien tiene el punto de partida en el sujeto, lo que da sentido y significado es la comunidad. Por lo tanto, en Cherán K´eri hay un cotidiano construir del sujeto comunitario.

Saberes comunitarios como ejercicio de la autonomía

La autonomía es la consecuencia de un proceso que mantiene su seno en la forma particular de organizar el ámbito comunitario, esto es, en los saberes comunitarios. Volvemos a la idea de cómo se dan las formas de interrelacionarse, que son en todo momento comunitario. Claro que no es un cuerpo simbiótico pleno, sino la forma de interactuar en relación con la naturaleza. En el caso de la comunidad, los saberes no son un ámbito estrictamente reducido a la escuela, ni guarda relación directa con la pedagogía; por el contrario, los saberes son una dimensión absolutamente abierta que, por lo tanto, está presente en el devenir comunitario.
Precisamente en los saberes reside la autonomía, porque es en el ejercicio de estos saberes el punto de partida de la libre autodeterminación, es decir, la elección de una manera de ser. La vida comunitaria guarda su origen en la oralidad (que es en sí misma un saber) proyectada en los espacios comunitarios. Saberes y memoria se vitalizan, los saberes se comunican a través de la oralidad o la práctica de tareas como la siembra, la cosecha, la fiesta, la forma de construir los espacios comunitarios; en tanto que la memoria es la fuente de la tradición oral, por lo tanto, se concibe a la memoria como viva. Es decir, hay una actualización constante de los saberes culturales propios en resistencia ante el Estado-nación.
Pensemos en la estructura de Gobierno Comunal. A diferencia de la democracia republicana en la que el punto de partida es el individuo en el ejercicio de la autonomía, en la comunidad el punto de partida es la fogata, que es lo que nombrábamos un sujeto comunitario. La fogata en un primer momento fue una barricada, cuyo objetivo era hacer frente al crimen organizado y era integrada por los vecinos de cada esquina; por otro lado, es a su vez, la manifestación de un acto de solidaridad reciproco entre comuneros. Dado que las barricadas se organizaban alrededor de la fogata, e históricamente ésta ha sido la unidad nuclear de organización, se nombraron fogatas al núcleo primario de organización comunitaria. Las fogatas se conformaron en espacios de acompañamiento, análisis, diálogo y fiesta en comunidades abiertas.
Aunque las fogatas ya no existen en sentido físico, en sentido simbólico siguen siendo el referente de la organización. Luego de la fogata, sigue la asamblea de barrio, integrada por los coordinadores de las fogatas; después los diversos concejos, encabezados por el Concejo K´eri. Esta estructura de organización comunitaria fue posible debido a los saberes comunitarios.
Los saberes comunitarios son la fuente de la organización. Además de proyectarse en la estructura de Gobierno Comunal, están presentes en la cotidianidad. En este sentido, la escuela formal no reconoce estos saberes e impone a la comunidad otras formas, según las cuales son las que deben regir la formación de los ciudadanos que el país necesita. Sin embargo, debe lucharse por mantener los saberes comunitarios más allá de la educación convencional. Este es otro espacio de lucha que cotidianamente se libra.

El despojo del derecho a la diferencia

Cherán K’eri es una comunidad más en las entrañas del capitalismo, tratando de mantener las peculiaridades que la caracterizan. La idea de bienestar que se pretende desde el progreso civilizatorio, llevó a Cherán K´eri a asumir prácticas devastadoras del territorio propio, es decir, el precio que se paga para pertenecer a la civilización, es el costo de la identidad y a renunciar a la diferencia que supone ser una comunidad basada en su cosmovisión. De hecho, la resistencia es una lucha cotidiana, la cual se traduce en un ejercicio constante de reivindicación de la autonomía. Es preciso considerar que durante la aplicación de las políticas de educación, la democracia y la economía, las comunidades originarias han padecido discriminación, exclusión y la perdida de saberes y valores propios. De tal manera que la idea de acumulación de capital, explotación de los bienes naturales y la transformación del entorno a favor del progreso, se encuentran diseminados al interior de la comunidad y parecen avanzar con mayor frecuencia. En consecuencia, se posiciona a la comunidad originaria como inferior, por lo tanto, se debe superar de acuerdo a los principios que dicta la globalización a fin de ser competitiva.
Los esfuerzos se concentran en renunciar a lo propio. El Estado-nación promueve, mediante la aplicación de políticas públicas, que México avance en el sendero de lo moderno. Establece aparatos culturales, económicos y educativos, cuya premisa es la uniformización para hacer de México un país competitivo. En el desarrollo de este aparato se reconoce a la producción como el motor que impulsa la transformación del país hacía una nación que mediante la explotación de sus bienes naturales avanzará hacia el progreso. Sin embargo, desde otra perspectiva, las iniciativas planteadas suponen la eliminación de lo diferente. El asedio hacia las comunidades originarias se intensifica, la exclusión y discriminación se encrudecen y llegan a convertirse en procedimientos absolutamente sutiles de despojo; lo cual, también acentúa la supuesta superioridad de unos sobre otros, que se hace manifiesta en las diferencias entre la pobreza y la riqueza.

Su visión y la nuestra.

Hay en la comunidad dos formas de hacer las cosas: la primera y más profunda, es la que ha acompañado a la comunidad y que a partir del 2011 se le nombró como Usos y Costumbres, digamos que es la expresión cultural propia; la segunda, es la idea del Estado Mexicano, valga decir que a su vez el Estado Mexicano se suscribe a las políticas internacionales del capitalismo. El origen de ambas visiones se remonta al encuentro de dos mundos: el purhépecha y el español. Obviamente que desde la llegada de los españoles se inició una sumisión de las culturas existentes en el territorio conquistado. El despojo de los saberes se dio en todos los campos: religioso, social, político, económico, educativo; en suma, comenzó la imposición de una cultura sobre otra. En el caso de Cherán K´eri, la cultura purhépecha ha preservado la identidad y las formas organizativas. En todas las instituciones se advierten los rasgos purhépechas cada vez menos definidos. Así, también todas las instituciones nacen de la constitución democrática. Por lo tanto, la cultura purhépecha ha perdido lengua, vestido y cultura.
Por otro lado, aunque la comunidad este determinada por las instituciones gubernamentales, éstas son trastocadas por la forma organizativa purhépecha. Es decir, la cultura purhépecha sigue manifestándose, incluso, en Cherán K´eri se ha inventado una forma auténtica de desarrollar la gobernanza, porque, aunque se sigue con las políticas del estado mexicano, a su vez se ejerce una autonomía en la manera particular de ejercer el derecho propio; eso es lo que he venido nombrando el derecho a la diferencia.
La diferencia purhépecha más notable, es la existencia de un sujeto comunitario en oposición al sujeto democrático. Por lo tanto, no existe alguien que determine la organización comunitaria, sino un concejo, en cada caso representado por un miembro de cada barrio. Para lograrlo, se debió expulsar a los partidos políticos, dicho de otro modo, al sujeto democrático y a todas las instituciones que de él emergían.
Los vínculos de la comunidad con el Estado persisten a través de los programas federales y estatales. Sin embargo, el derecho a regirse por Usos y Costumbres mandata al Estado a adecuarse a los principios de la comunidad. En consecuencia, deberían desarrollarse mecanismos muy claros de relación. La dimensión de organización interna (estructura de Gobierno Comunal), la seguridad (Ronda Comunitaria) y la impartición de justicia (Concejo de Honor y Justicia) son las áreas en las que es mayor la visibilidad de organización comunitaria.
También el poder fáctico del Estado pretende imponerse en la regulación de la autonomía. Por ejemplo, ha intentado en varias ocasiones cambiar la estructura de Gobierno Comunal por el sistema partidario, planea que la Ronda Comunitaria se suscriba al mando único, determina los procesos comunitarios a través de los programas nacionales. Dicho de otro modo, se violenta el ejercicio de la autonomía. En última instancia, el Estado-nación se impone a la comunidad.
En la comunidad subsisten dos visiones de mirar el mundo, las diferencias entre ambas es abismal, es decir, es una lucha constante por determinar a la comunidad. Lo que es claro, es que cuando se apela a la matriz cultural propia, se puede ir más allá de lo que el sistema nos hace saber como posible.

Consideraciones finales.

El movimiento de Cherán K´eri iniciado en 2011 es un llamado para darnos cuentas de que las culturas originarias siguen vivas, que no es sólo un México, sino muchos Méxicos compartiendo el territorio. El derecho a la diferencia surge en el marco de un país convulsionado, sí por el despojo, sí por la guerra, pero en el fondo por la corrupción y la impunidad. No sólo las comunidades exigen el derecho a la diferencia. Hay otros muchos sectores sociales en búsqueda del derecho a la vida. Definitivamente Cherán K´eri se constituye como una esperanza en medio de esta guerra nacional, que va acompañada por la guerra internacional en la lucha contra los territorios a favor del capital.
Cherán K´eri mantiene batallas cotidianas también contra la corrupción y la impunidad. Por lo tanto, en el derecho a la diferencia Cherán K´eri nos enseña que hay otras formas de hacer las cosas, que existe la posibilidad de organizarnos basados en principios distintos a los que ofrece el capital, que es preciso buscar en la memoria viva de cada entorno y que el Estado aunque se legitime como verdadero, no lo es.
El derecho a la diferencia no tiene por qué ser un precepto de odio, sino de reconocimiento de lo propio en relación con lo otro.

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