El Orgullo de las comunidades originarias

Las comunidades originarias
como el país son un mosaico,
no son uniformes.

Foto de Juan José Estrada Serafín
La pregunta de fondo que anima la siguiente reflexión es la siguiente: ¿Por qué la insistencia en asociar a los “pueblos indígenas” con marginalidad y vulnerabilidad?
Uno de los problemas que encuentro cada vez que se habla de los “pueblos indígenas” es que se hace desde la estructura lógica del Estado. Incluso, el intento por reivindicar la lucha indígena reproduce este discurso. La afirmación se vuelve negación. En el “el día de los pueblos indígenas” se habló del número de indígenas, de las ínfimas condiciones en que viven, de lo olvidadas que están, de su vulnerabilidad y marginalidad. “Ellos los indígenas”, “nosotros los indígenas”. Un discurso excluyente que niega a los pueblos mismos, a la tremenda polarización de la sociedad.
En este marco es preciso pasar de la resistencia a la rebelión. Observar que las condiciones de exclusión, injusticia y pobreza están presentes tanto en pueblos indígenas y “no indígenas”. Luego, cada “pueblo indígena” no es un todo uniforme, sino una organización imbricada de contrastes; en los que se encuentran también condiciones de exclusión, injusticia y pobreza. Por lo tanto, es necesario negar el discurso impuesto por el Estado y comenzar a pensar desde el “pueblo indígena” mismo, en relación con la globalización depredadora.
Hasta aquí he seguido el tópico de “pueblos indígenas” para hacer referencia a la estructura discursiva del Estado. Sin embargo, no hay una acepción del todo convincente para nombrar a las culturas precolombinas. Una de las formas de mayor aceptación es el de pueblos o comunidades “originarios”.
Pensar desde la comunidad significa reconocer las contradicciones propias, asumir una posición política frente al Estado. La situación de fondo es originada por el capitalismo, que se padece igual en el campo y en la ciudad; y, se responde a las causas del capitalismo desde la matriz cultural. Es la ruta que se habría de seguir a fin de reivindicar las luchas de las comunidades indígenas, va más allá de la exigencia del sólo presupuesto y la exigencia de reconocimiento, por ejemplo. Debe sacudirse la perspectiva añeja impuesta por el Estado, la insistencia de asociar a los “pueblos indígenas” con marginalidad y vulnerabilidad. Y es que como dice Graciela Mora, el uno se ha convertido en sinónimo del otro.
Por el contrario, asumir las condiciones propias y luchar por los rasgos distintivos propios, ese derecho a la diferencia. Lo cual significa asumir una postura ante el mundo. Exigir al Estado lo que por derecho corresponde, es decir, luchar contra al Estado. En la matriz de las comunidades hay orgullo y dignidad y lo que es más una forma particular de existir en la que la pobreza o riqueza son concepciones impuestas.

Publicado originalmente en https://extranjerojn.wordpress.com/2017/08/11/el-orgullo-de-las-comunidades-originarias/

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