EL MERCADER DE VENECIA, William Shakespeare
Una de las
hipótesis que motiva este blog es la universalidad de la literatura. Las
diversas expresiones del ser humano se manifiestan en los sentimientos, la
forma de ver el mundo y estar en él. No hay condición humana que escape a la
dimensión literaria. Nos vamos haciendo en relación con los otros de otras
latitudes. En el horizonte del ser humano no hay cosa finita, es decir, cada
expresión humana manifiesta una pincelada de lo que se puede llegar a hacer y
ser. Ese instante en que se cruzan la ficción y la realidad. Shakespeare fue
uno de los grandes escritores que reveló la universalidad literaria.
Shekespeare
en El Mercader de Venecia, obra publicada en 1600, sitúa la condición humana
con relación a dimensiones que determinan la organización social: la libertad, el
contrato social, la ética, la religión y las leyes naturales y positivas.
Cinco actos
integran al Mercader de Venecia por medio de los cuales se narran
fundamentalmente dos condiciones sociales. La primera, la tradición a través de
la cual se contraen nupcias (Bassanio-Porcia);
la segunda, la economía definida en el mercado, sujeta al capital (Antonio-Shylock). Bassanio, hombre que ha derrochado toda su fortuna hasta quedar en
banca rota. Para desposar a Porcia
necesita ofertar no sólo muestras de amor, sino, también, riqueza.
Porcia,
heredera de Belmont, está condicionada
a contraer matrimonio con aquél que logre adivinar en cual de los tres cofres
(oro, plata o plomo) se encuentra la imagen de ella. Antonio, mercader misántropo, se pregunta por la condición humana y
el sentido del hombre. Shylock,
mercader judío, ama más a sus bienes que a la vida misma, es el paradigma de la
usura.
La historia
comienza, precisamente con la pregunta por el sentido de la vida. Desde el
primer momento Antonio trae a cuenta
la condición humana, pone en entredicho que la fortuna sea fuente de felicidad,
dice, por ejemplo: “No tengo al mundo más que por lo que es, Graciano; un
teatro en donde cada cual debe representar su papel, y el mío es triste”. Sin
embargo, su pesar no es mayor que el de Bassanio,
quien al estar en bancarrota solicita el apoyo de Antonio para casarse con Porcia.
Antonio
estima a Bassanio como el mejor de
sus amigos, no duda en brindar su apoyo. Pero, su riqueza se encuentra invertida
en mercancías en diferentes puntos del mundo. Entonces, debe solicitar a Shylock, enemigo de Antonio, un préstamo
por tres mil ducados. Shylock, se
aprovecha de la situación para vengarse de Antonio
haciéndole firmar un pagaré: “vayamos a un notario, y poned nuestro aval a un
pagaré sencillo; y, por hacer un chiste, sino me devolvéis en el día preciso y
en el lugar preciso la suma o las sumas estipuladas, el desquite ha de ser una
libra exacta de vuestra carne blanca, que podrá ser cortada de la parte del
cuerpo que me plazca”. Es determinante lo que Shylock establece ante el notario porque en ello no sólo está su
fortuna, sino su desgracia, como se hará notar más adelante.
Antonio
tenía la certeza que pagaría su deuda antes del vencimiento del plazo
convenido. Pero los navíos en los que venían sus mercancías se hundieron en el
mar. Shylock, se llena de felicidad
porque podrá vengarse al hacer valido su pagaré. Giran alrededor del deseo de
“obtener el desquite del pagaré” una serie de circunstancias; a saber, el odio
que guarda Shylock a Antonio por ser éste un prestamista que
no cobra interés, porque Antonio le
ha maldecido por usurero y que su hija Jessica
haya huido con un cristiano (Lorenzo).
Llegado el
momento en que Shylock va a cobrar el
pagaré se revela la importancia de la interpretación de las leyes y lo que era
para Shylock fortuna, muta a
desgracia. A Shylock, necio de
aplicar la ley sin que mediase compresión ni compasión, Porcia “vestida de doctor en leyes” después de un análisis
minucioso del caso sentencia “Tuya es una libra de carne del mercader (Antonio), El tribunal la otorga, y la
ley la concede” , luego agrega: “Espera un momento. Hay algo más. En este
pagaré no se te da ni una pizca de sangre. Las palabras son expresamente, “una
libra de carne”. Reclama lo debido. Y reclama tu libra de carne. Pero si al
cortarla derramas una gota de sangre cristiana, tus bienes y tus tierras
quedarán, por la ley de Venecia, confiscados para el Estado de Venecia”. Shylock desiste de cobrar el pagaré, a
partir de esta interpretación del doctor devienen una seria de sucesos en los
que pasa de victimario a victima y, al final, del juicio pierde toda su fortuna
porque se le acusa de conspirar contra un ciudadano vienés, lo cual se castiga
con el embargo de bienes y la vida misma.
Por otro
lado, en la condición de Porcia,
heredera privada de la libertad, dice: “El cerebro puede promulgar a su gusto
leyes contra la pasión; pero una naturaleza ardiente salta por encima de un
frío decreto. No puedo ni escoger a quien me agrade, ni rehusar a quien
deteste”. Porque está condicionada a casarse con aquel que elija de entre los
cofres el correcto. Finalmente, de entre los muchos pretendientes Bassannio elige el cofre correcto.
El Mercader
de Venecia da cuenta de la relatividad de la existencia y de la justicia misma.
Es la obra toda, una urdimbre de metáforas opuestas que se tejen hasta llegar a
un final inesperado.
Fuente:
Shakespeare, W. (2001). El Mercader de Venecia. (V. M. Foix,
Trad.) Barcelona: Anagrama.
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