María Zambrano: la experiencia de una vida sentipensada.
El poeta vive según la carne y más aún, dentro de ella. María Zambrano. |
Aproximación al pensamiento de María Zambrano
Presentación
Así pues el conocimiento que aquí se invoca, por el que se suspira, este conocimiento postula, pide que la razón se haga poética sin dejar de ser razón, que acoja al “sentir originario” sin coacción, libre casi naturalmente, como una fysis devuelta a su original condición.
María Zambrano en De la Aurora.
Abordar
la obra de María Zambrano es el punto de partida para andarse por sobre
senderos insospechados e imposibles. En el siglo veinte cuando María Zambrano
eligió estudiar Filosofía en un campo de exclusividad masculina, su voz se fue
posicionando hasta poseer un tono y color propio, inclusive, una posición bien
definida ante el mundo. El sentipensar que converge en la perspectiva de María
Zambrano da lugar a un horizonte único, en el cual surge lo que parecía
improbable: la reunión de la Filosofía y la Poesía por medio de la palabra. Las
reflexiones se desarrollan hasta el punto de su límite, llegado el momento en
que las fronteras entre Filosofía y la Poesía se diluyen para confundirse como
en los confines entre el mar y el cielo. Por lo menos, así se manifiesta en Filosofía y la Poesía (1939) y De la Aurora (1986) obras en las que
María Zambrano se nos devela debatiéndose entre dos posibilidades de hacerse en
el mundo, que parecen irreconciliables; por un lado, la íntima manera de mirar
el mundo desde la relación introspectiva del yo en relación con cada parte de
lo que es y que en su suma logra la
totalidad de las cosas; y, por la otra, la relación con la objetividad desde un
yo que pretende asir la totalidad eliminando las apariencias hasta el culmen de
la verdad.
Es evidente que la condición de
mujer en un mundo dominado por hombres influyó en su posición filosófica,
todavía más, en medio de una España en guerra. Interesante resulta observar
cómo estos factores se entraman para dar lugar a una posición original en la
que se sobrepone la voz propia. En la posición de María Zambrano se encuentra
una ruta de pensamiento que invita a pensar con ella, a mirar las cosas desde
otros ángulos. Algo que llama la atención es que María Zambrano no se limita a
reseñar a otros filósofos, ni siquiera a su maestro, Ortega y Gasset, sino que
dialoga, debate y crea a partir de esas posiciones la postura propia, dicho de
otro modo, va más allá de lo establecido; irrumpió con una propuesta filosófica
capaz de hacerse en sí misma.
En esta aproximación intentaré dar cuenta de la
posición de María Zambrano en cuyos elementos sobresalen los puntos citados en
los párrafos precedentes. Es un ejercicio de acercamiento Filosofía y la Poesía,
mediante el que se explora los límites de la palabra, su forma de desenvolverse
en el mundo, de hacerlo y rehacerlo, de cómo desde ella devienen tanto la
Filosofía y la Poesía y justo cuando está por cerrarse el círculo de su
imposibilidad de entre ellas (Filosofía y la Poesía) resurge la palabra
sentipensada, una poesía filosófica o una filosofía poetizada en voz de ella,
María Zambrano, quién resuelve desde la praxis la conjugación de la poesía y el
pensamiento.
La palabra el germen de lo imposible
Entiendo por Utopía la belleza irrenunciable, y aun la espada del destino de un ángel que nos conduce hacia aquello que sabemos imposible, como el autor de estas líneas ha sabido siempre que Filosofía, ella, y no por ser mujer, nunca la podría hacer.¿Cómo llamarse el poeta? Perdido en la luz, errante en la belleza, pobre por exceso, loco por demasiada razón, pecador bajo la gracia.
María Zambrano en Filosofía y Poesía.
Las
condiciones de posibilidad de lo humano están lejos de tener la última palabra.
En las perspectiva del pensamiento tradicional se suelen, por método[1],
tomar como verdaderas ciertas posiciones y, por lo tanto, como falsas, otras.
Sin embargo, en medio de las tradiciones nucleares consolidadas hay lugar para
otras posibilidades inéditas, así nos lo muestra María Zambrano a través de su
desarrollo de la palabra como origen y plenitud de lo humanamente posible.
Pienso esta posibilidad en relación a cómo María Zambrano se posiciona ante sí misma
y su objeto de estudio. “Y son ellas, las palabras, las que desfallecen, pues
que este autor no se afana por ser autor” (Zambrano,
De la Aurora, 1999, p. 9) y “Aunque de vez en cuando yo me rebelase contra este
imperio de escribir el libro, […]”. (Zambrano, Filosofía y Poesía, 2016, p. 11).
Así la palabra-poesía-pensamiento se sitúa ante el tiempo y la verdad con un
cariz inadvertido que todo lo transforma. A partir de esta posición comienza un
discurso que pretende ubicarse en el mundo y desarrollar una perspectiva
novísima.
Entre las obras Filosofía y Poesía y de De la
Aurora hay casi medio siglo. En la primera nos encontramos con la puesta de
un proyecto cuyo objetivo es acercarse a la existencia desde dos posturas que
parecen irreconciliables; en la seguna, encontramos cómo ese proyecto se
concretiza en una obra que da lugar a lo imposible. Ambas posibilidades desde
el desarrollo de la potencia que guarda la palabra.
La palabra es el fundamento de toda
creación. Hay que considerar, obviamente, que este enunciado emana desde
occidente y para occidente. Sin embargo, desde este horizonte se crea una perspectiva
anclada en las posibilidades del ser. En primera instancia autorreferencial,
que guarda de trasfondo la palabra del yo y las condiciones a partir de las
cuales se puede desplegar en el mundo; luego, la forma de ser existenciado. Por
lo tanto, las diferencias entre Filosofía y Poesía son pulsos a partir de los
cuales se elige la vida. “En la poesía encontramos directamente al hombre
concreto, individual. En la filosofía al hombre en su historia universal, en su
querer ser. La poesía es encuentro, don, hallazgo por gracia. La filosofía
busca, requerimiento guiado por un método”. (Zambrano,
Filosofía y Poesía, 2016, p 15). La poesía como una forma de ser en el mundo
sin más y la filosofía, en última instancia, como un deber ser. Entre cuyos
máximos exponentes María Zambrano refiere a Platón y Baudelaire. En el fondo lo que está en disputa es
la forma de la situación ante el mundo.
Por medio de
la palabra se encuentra una respuesta tentativa al sentido de la vida. María
Zambrano tiene claro que según la posición que se asuma ya sea la filosófica,
ya la poética. Los avatares que tendrán que asumirse son radicalmente opuestos,
aunque su origen sea la palabra. Veremos más adelante, sin embargo, que son
concomitantes. Por el momento, hago referencia a que las vicisitudes, las
formas y proyecciones de cada una se hacen desde la palabra pero con fines que
en apariencia son contradictorios, mas, en el fondo buscan ambas la liberación,
la respuesta al sentido de la existencia.
La divergencia entre los dos logos es
suficiente como para caminar de espaldas largo trecho. La filosofía tenía la
verdad, tenía la unidad. Y aun todavia la ética, porque la verdad filosófica
era adquirida paso a paso, esfozadamente, de tal manera que al arribar a ella
se siente ser uno, uno mismo, quien la ha encontrado. ¡soberbia de la
filosofía! Y la unidad y la gracia que el poeta halla como fuente milagrosa en
su camino, son regaladas, descubiertas de pronto y del todo, sin rutas
preparatorias, sin pasos ni rodeos. El poeta no tiene método… ni ética.
(Zambrano, Filosofía y Poesía, 2016, p. 25)
Es una postura determinante. A partir de la crítica de las
tradiciones tanto filosófica y poética surge una tercera opción la posibilidad
de situarse ante el mundo desde el reconocimiento de las contradicciones que
encarna el yo, proyectándose en el mundo objetivo cuyas impresiones primeras
son las del caos.
La
manifestación más directa y clara sobre las posibilidades de la Filosofía fue
fundamentada por Platón, advierte María Zambrano. Cuya pretención es alcanzar
la unidad absoluta por medio de la Justicia en tanto que “La Justicia no es
sino el correlato del ser, en la vida humana” (Zambrano, Filosofía y Poesía,
2016, p. 29). En oposición sitúa a la Poesía “La Poesía pues, va contra la
Justicia. Y va contra la Justicia, la poesía, porque va contra la verdad” (Zambrano,
Filosofía y Poesía, 2016, p. 28). Entre estos dos polos María Zambrano al
caractarizarlos, señalar sus alcances y límites, incluso, al nombrarlos los
resuelve en sí y para sí. Es decir, fragua la posibilidad que ya Heráclito
había propuesto: “Sólo la armonía de los contrarios es” (Zambrano, Filosofía y
Poesía, 2016, p. 29). Pero, es esto posible o es, acaso, solo una apariencia
que itenta salir al paso sobre las consecuencias que devienen entre elegir a la
Poesía o a la Filosofía. En el desarrollo de la obra de María Zambrano se
advierte un juego peligroso y creativo que bajo el método de la Filosofía hace poesía,
a manera de Hölderlin. Sopesar por un lado la unidad que pretende la Filosofía
y el inmoralidad carnalizada que es la Poesía “Y es que la Poesía ha sido, en
todo tiempo, vivir según la carne. Ha sido el pecado de la carne hecho palabra,
eternizado en la expresión objetivo” (Zambrano, Filosofía y Poesía, 2016, p. 45).
La dicotomía
entre Filosofía y Poesía convergen a través de la mística. Es decir la
liberación del cuerpo o la salvación del alma. Aunque exiten puntos de
distanciamiento entre la ruta que sigue la Filosofía y la Poesía al final
logran la liberación.
“El poeta vive según la carne y más
aún, dentro de ella. Pero, la penetra poco a poco; va entrando en su interior,
va haciendose dueño de sus secretos y al hacerla transparente, la
espiritualiza. La conquista para el hombre, porque la ensimisma, la hace dejar
de ser extraña”. (Zambrano, Filosofía y Poesía, 2016, p. 58-59).
La belleza es el lugar donde convergen Filosofía y
Pensamiento. “Más, la belleza es lo único que tiene el privilegio de
manifestarse sensiblemente inclusive sin caer en el no ser; diríamos que es la
única apariencia verdadera” (Zambrano, Filosofía y Poesía, 2016, p. 60). Que
finalmente en el amor hallará su ascesis:
El amor se ha salvado por su “idea”,
es decir, por su unidad. Se ha salvado porque partiendo de la dispersión de la
carne lleva la unidad del conocimiento, porque su ímpetu irracional es divino,
ya que hacia lo divino asciende. La idea primera que del amor se crea, es ya
mística. Por eso es un gran error lo que tantas veces se ha dicho: que el amor
místico es un trasunto del amor carnal tal y como se da. Es todo lo contrario:
el amor carnal, el amor entre lsos sexos, ha vivido “culturalmente”, es decir,
en su expresión, bajo la idea del amor platónico que es ya mística. (Zambrano,
Filosofía y Poesía, 2016, p. 63).
La situación última no se resuelve absolutamente, sino que es
una vigía constante y contemplativa, pero sobre todo consciente. De tal suerte,
que el amor va seguido del deseo de hacerse una misma.
“Porque el amor lleva
constitutivamente una distancia. Amor sin distancia no sería amor, porque no
tendría unidad, es decir, objeto. Es una diferencia fundamental con el deseo:
en el deseo no hay propiamente objeto, porque lo apetecido no está en sí mismo,
no se le tolera este ensimismarse que ya la poesía realizaba por su cuenta,
antes de Platón y después, cuando ha sio extraña a su influjo”. (Zambrano,
Filosofía y Poesía, 2016, p. 64-65).
Hay un proceso dialéctico en la forma en que el ser humano se
ha venido desevolviendo, es decir, si se pensaba a la ascesis cómo peldaño
último, salta el pensamiento metafísico y con él se ingauguran otras
posibilidades y perspectivas y contempladas en el arte. Schelling y Víctor
Hugo, sucedidos por Kierkegaard y Baudelaire, fueron exquísitos representes de
cómo la Filosofía y la Poesía se confundían hasta el embriagamiento, en tanto
que la poesía aparece consciente de sí misma por medio del poeta.
Tanto la
Filosofia y la Poesía tiene en su nucleo la palabra. Punto de partida para
proyectar el mundo. Sin embargo, se distinguen en el método: la Filosofía por
medio de la organización contituye la idea de mundo hecha constituida a fuerza
de violencia y voluntad: la Poesía, por un camino distinto sin pretenciones
grandilocuentes mira al mundo en su totalidad en cada una de sus partes. He
aquí la diferencia, la Filosofía no logra salir de sí misma, ni en la metafísica;
en tanto que la Poesía por su naturaleza y flexibilidad se trasciende a sí
misma hasta alcanzar a nombrar lo imposible.
Poesía una manera de sentipensar.
Y esta conversión, en verdad, se ha verificado por la poesía, en la poesía. En la poesía que supo, mejor que la filosofía, interpretar su propia condenación, pues le estaba reservado a la poesía nutrirse hasta de su propia condena. Con más fuerza que el pensamiento, ha sabido, hasta ahora, sacar su virtud de su flaqueza; su existencia su contradicción, de su pecado.
María Zambrano en Filosofía y Poesía.
Las
reflexiones de María Zambrano son originales y ofrecen una perspectiva e,
incluso, una posibilidad de liberación. La palabra es el vehículo para tal fin.
La palabra que guarda en sí toda una tradición filosófica y se manifiesta en la
poesía.
La concepción de la palabra y la
escritura en relación con el tiempo hacen al yo de la autora. Una interacción
fincada en el diálogo constante entre la razón y los sentidos[2]
enmarcada en la tradición de pensamiento occidental. Una danza que se
manifiesta entre el sacrificio y la razón en la penumbra de cada día. Para
experimentarla se precisa exponerse a la intemperie, dejarse afectar por medio
de los sentidos: padecer la existencia. En el instante de la manifestación aural:
“Aurora, tímidamente a veces, indecisa tan a menudo, la sola Aurora, sería la
más cierta garantía del ser, de la vida y la razón”. (Zambrano, De la Aurora, 1999, p. 16). María Zambrano se decantó por la
Poesía, la Aurora cuya condición de existencia se remite a un instante, a
veces, inadvertido, instante amoroso[3].
El amor es un condición necesaria que requiere oido atento para cuando se
manifieste, algo que María Zambrano nombra como el rumor.
Paradójicamente
el ser se manifiesta extendido sin confines “La Aurora se aprece distendida,
sembrada, como germen cuando irrumpe en la oscuridad, se apraece ante todo al
que la espera, o la estiba, como una línea, como una raya que separa; […]” (Zambrano,
De la Aurora, 1999, p. 25). Por tanto, todo ser está en condiciones de fluir y
trascender en el ser.
María
Zambrano invita al recogimiento de los sentidos. Los sentidos que son el
fundamento de la existencia, punto de partida; sin ellos la trascendencia es
imposible. Una lucha de contrarios se advierte, el cenit o el ocaso, el día o
la noche. La mirada atenta para encontrar el sendero. La disposición para de la
negra noche arrancar la luz que en ella se esconde. Es decir, lo absoluto del
instante.
“La hora de la libertad, el
interregno donde todo es posible, todo es el amor que obedece sin sentirlo, el
reino entre los dos reinos de la luz y la oscuridad. El reino que no lo es
porque no hay más imperativo que el del amor que no se sabe, el bienaventurado
amor aún sin sombra”. (Zambrano, De la Aurora, 1999, p. 57)
En María
Zambrano se encuntra una forma de existencia trascendete. Péndulo entre la
contemplación pura y la práxis reividicativa. Porque la ruta a seguir es el
ensanchamiento de la palabra, lo cual implica el ensachamiento del horizonte
por medio de los sentidos.
La palabra
germina en la claridad, por ello, quizá ciertas palabras no llegan a ver la luz
o son indecibles y se pierden en el vacío. “Lo que implicaría que a este
planeta, donde crece la vida, aquello que la señala como diferencia esencial,
es el ser donde todo tiende a decir y a decidirse” (Zambrano, De la Aurora,
1999, p. 76). Por otro, lado en el desarrollo del lenguaje las cosas se
determinan en razón de esa forma determinada de ser. La escritura contribuye a
contener el ser aural.
Conclusión
Es María Zambrano un referente obligado para abordar una
perspectiva única entorno al pensamiento. En las reflexiones que establece
entre Filosofía y Poesía se observa una posición bien determinada a partir de
la cual la palabra es tratocada profundamente, reinvetanda y mirada desde
diversas perspectivas. No conforme con la sospecha nos invita a andar en lo
imposible, se abre campo en un horizonte en el que parecía dicha la última
palabra.
El mundo
encuentra sentido en la palabra. Se hace y rehace de acuerdo a la percepción y
la posibilidad de escuchar el entorno. María Zambrano puede ser pensada como un
remanso cuando las posibilidades de existir se han agotado. Tanto la Filosofía,
como la Poesía se renuevan, se reinventan.
Por último,
María Zambrano recoge una rica tradición de pensamiento, no para repetirla,
sino para criticarla. Por lo tano, hay en el fondo un proceso diálectico de
pensamiento cuyos confines son ilimitados. Las dos obras abordadas se
complementan, son una unidad. Faltaría hacer un acercamiento al resto de su
obra para observar una continuidad que se sospecha. Es decir, la coherencia de
su desarrollo reflexivo. Pero, ¿esta posición de María Zambrano no es una forma
de escapar a la realidad en un juego entre subjetividad y objetividad en el que
impera la introspección?
Bibliografía
Zambrano, M. (1999). De la
Aurora. Argentina: Alción Editora.
Zambrano, M. (2016). Filosofía
y Poesía (Sexta edición ed.). México: Fondo de Cultura Económica.
[1] Me refiero a la
distinción que María Zambrano hace entre las posiciones y posibilidades entre
la Filosofía y la Poesía en (Zambrano, Filosofía y Poesía, 2016) .
[2] Así el sentir contenido en los sentidos, el sentir que los sostiene
y trasciende aparece casi amenazador. (Zambrano,
De la Aurora, 1999, p. 11)
[3] Por momentos el juego de la Aurora espeja este terrible fuego de la
tierra que arde sin razón y nos ofrece, aunque sea un solo instante, un fuego
sutil, amoroso, extendido, un verdadero y sutil fuego de amor. (Zambrano, De la Aurora, 1999, p. 19).
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