Ideas sueltas sobre la lectura


Los cómplices.



Todo proyecto de fomento a la lectura pretende que se desarrollen, obviamente, el gusto por la lectura y la escritura. Diversos estudios muestran que México es uno de los países con menos lectores per capita (3.8 ejemplares por año (INEGI, 2015)), no obstante los muchos programas que promueven la lectura. Sin embargo, la lectura y la escritura a pesar de la relevancia que poseen son ubicadas, por regla general, en segundo plano o son dadas como prácticas obvias que ya no requieren atención específica. Es decir, los programas de fomento a la lectura y la escritura son meras ficciones políticas.
Se pretende desarrollar el gusto por la lectura, entendiendo la connotación que tiene el acto de leer; los atributos que se desarrollan por medio de la lectura crítica y su uso instrumental. Es importante considerar la universalidad de la literatura, lo cual implica a un lector en relación con la cultura escrita y oral enmarcado en un contexto particular, una historia y una memoria propia. Por ello, es fundamental la interrelación entre el lector, la comunidad, el contexto y los contenidos.
En la escuela tradicional mexicana existe una tendencia a considerar, desde el nivel elemental hasta el superior, que el maestro es proveedor de conocimientos, que el alumno es el receptor de éstos, que los padres son sólo espectadores y que el contexto y la comunidad no importan. Por lo tanto, se plantea que debe existir una constante interacción dialógica entre el lector, el contexto y la comunidad. Se abren vías de diálogo a partir de fines concretos y/o necesidades específicas, cuando alguien lee lo hace siendo interpelado por el autor.
Por otro lado, se ha generalizado la idea de que no se lee o se lee muy poco o mal (INEGI, 2015). La situación parece ser contraria, es decir, se lee más de lo que se supone. Si no se lee es porque no existen materiales para hacerlo, este aspecto es crucial para la formación en la lectura y escritura.
La lectura es clave, no la única, para acceder al conocimiento, así pues, entre más y mejor se lea se tendrán mayores probabilidades de desarrollo cognoscitivo y el horizonte cultural será, por lo tanto, más amplio y profundo.  Es preciso abordar la lectura en relación con otras formas de aprender, porque la lectura obedece a una forma cultural determinada; pero no excluyente de otras formas culturales de saber, la cultura oral sigue estando presente y representa, incluso, la manifestación más clara de la lengua viva, por ello se debe tener claro cómo la cultura escrita y oral coexisten y se complementan. En el ambiente escolar notamos que durante la mayor parte del proceso la “oralidad” está presente, dicho de otro modo, se habla más de lo que se escribe. La traducción de la oralidad a la escritura supone un gran esfuerzo, máxime cuando no se práctica asiduamente, y el universo vocabular es pobre.
La educación formal está constituida a partir de la cultura escrita (Ferreiro), una de las primeras tareas de los educadores consiste en desarrollar la capacidad lectora del alumnado. Pero no se logra afianzar, en la mayoría de los casos, una efectiva capacidad lectora. De tal forma que la trayectoria educativa se hace con escasas estrategias y técnicas de lectura. Las deficiencias se llevan durante todo el proceso formativo, incluso, hasta el nivel superior. Al no existir una adecuada formación lectora, se piensa a la lectura como un deber tedioso, pesado y, a veces, innecesario. Paradójicamente, el gusto por leer es anulado por la escuela. De tal suerte que el mundo de la lectura no es tan sencillo de abordar, por el contrario, es un tema muy complejo en el que se pone en juego el gusto por la lectura.
Insistiré en que la lectura y la escritura son actividades complementarias en estrecha relación con la oralidad. Prestar atención a estos aspectos de la comunicación oral y escrita es un deber improrrogable. Durante la última mitad del siglo XX se han desarrollado diversas perspectivas de cómo fomentar la lectura y se han establecido diversos programas para atender tal fin.

Bibliografía


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