Luis Villoro, Hacía un Estado Plural (III)





II. Hacia el establecimiento de la comunidad


Si volvemos el rostro a la historia, nos encontraremos no solo con maravillas inimaginables, sino también, con pasajes oscuros. El ser humano históricamente se ha situado en una lucha constante contra sí mismo. En el de venir una característica continua son las formas de organización que han constituido los grupos de hombres y mujeres para la convivencia, entiéndase convivencia como un co-existir situado entre dos polos: el fraternal (Estado-plural) y el instrumental (Estado-nación⁠1); de tal manera, que el “estar con” ha sido utilizado por los medios de poder para garantizar la supervivencia. Valga decir, que los últimos dos siglos muestran una tendencia a la barbarie y a la exclusión del otro, justificados a través de la tolerancia y la idea de una transito a la democracia. 

¿Quién establece las coordenadas del orden? Desde el punto de vista histórico, diría Villoro, lo hace quién posea el poder; en ocasiones, estuvo en manos de un solo individuo, en los gobiernos monárquicos o jerárquicos; otras, en un grupo de personas que se manifiesta a través del Estado-nación. Sin embargo, con el fin de la modernidad, se abre una nueva alternativa en la que cabe la posibilidad de instaurar un Estado-plural. En el que el poder se establezca equitativamente entre todos los integrantes de la comunidad. 

2.1 De las formas de convivencia


En el desarrollo de la convivencia ha prevalecido una forma instrumental, caracterizada por el afán de dominación o como lo diría Villoro en la que se ha sobrepuesto el interés particular de unos cuantos sobre el bien común de todos. Sin embargo, ciertos síntomas de la decadencia del Estado-nación regido por pautas que establecen una estructura racional con el ideal de la universalidad⁠2 representan la posibilidad de instaurar un Estado-plural.

Según Villoro son cuatro las condiciones necesarias para el establecimiento de toda convivencia humana: “1) comunidad de cultura, 2) conciencia de pertenencia, 3) proyecto común y 4) relación con un territorio⁠3.”  Las cuatro características se encuentran a atravesadas tanto espacial como temporalmente por una misma postura ante el mundo, lo otro y el otro, es decir, comparten una misma cosmovisión. 

2.2 El Estado-nación


Villoro es muy sutil dentro del análisis que realiza. Tiene mucho cuidado para no contaminar los conceptos fundamentales de su obra. Dice en Creer, saber, conocer⁠4, que algunos dilemas filosóficos parecen callejones sin salida porque la base conceptual no esta siendo bien delimitada, es decir, todo concepto que no sea correctamente precisado puede desviar la connotación real y conducirnos a un fin no deseado. Bajo este argumento distingue entre Nación, etnia y pueblo⁠5.

Villoro establece como posible no sólo el Estado-nación, sino también pueden existir: tanto un Estado sin Nación como una Nación sin Estado. De acuerdo a las necesidades a las que respondan; en el primero hay un claro dominio de lo político, inclusive sobre lo político; mientras que en el segundo, la nota distintiva ha de ser el carácter tradicional que comparte con la historia y la cultura en la ausencia del poder colectivo.

Es la Nación quizá una de las formas más antiguas que existen de comunidad, porque se encuentra profundamente vinculada con el sentido de pertenencia. Responde, también a las perspectivas de autodefinición, de tal manera que el individuo se identifica y elige libremente el estilo de vida. Hay una correspondencia de paradigmas. 

Villoro distingue dos tipos de Nación de acuerdo a la génesis de éstas: 1) las tradicionales, se caracterizan por sus raíces históricas y por la cercanía que mantienen con las tradiciones heredadas de sus ancestros. Los sentimientos de pertenencia e identidad son las notas genuinas de este tipo de Nación. 2) las proyectadas, son un invento de la modernidad, en éstas se funde la tradición y el futuro, sin embargo al no lograr mantener el sentido de identidad y de pertenencia no se logra establecer un ejercicio pleno de la libertad.

El Estado, por su parte, logra vincular un grupo de individuos a través del ejercicio del poder. Los somete a su autoridad y al sistema normativo que establece. En este nivel queda rota la unidad que había con la tradición histórica: se cambia el sentido de pertenencia por el de “seguridad y el de orden”. Por lo tanto, el Estado es  “un poder político y administrativo unificado, soberano, sobre un territorio limitado que se reserva en la violencia legitima⁠6”.

Antes de entrar de lleno al tema de la comunidad detengámonos, en lo que Villoro denomina uno de los modos de gobernar que debe ser superado: el Estado-nación. De acuerdo a las características que arriba se exponen la Nación precede al Estado. Ésta tiene como nota principal “satisfacer el anhelo de todo hombre de pertenecer a una comunidad amplia”, mientras que el estado responde a la necesidad “de la seguridad y el orden⁠7” así pues el Estado-nación intrínsecamente posee estas características, dicho de otro modo, es un híbrido que responde a esas necesidades básicas

La justificación del Estado-nación se encuentra en la aceptación libre de un contrato social. Es precisamente la adopción, dice Villoro, de este “sometimiento libre” el defecto del Estado-nación. Porque abre la homogeneización de los hombres y mujeres ante el poder político como iguales, pero, he ahí la contradicción, no todos tienen las mismas herramientas de producción: “desde su origen lo persigue una paradoja: propicia la emancipación de la persona y violenta los contextos colectivos en que la persona se realiza⁠8”. De tal manera que el capitalismo desencarnado encuentra una justificación para su libre acción que no tiene como fin la autorrealización de la comunidad, sino el logro de los intereses particulares de los grupos que mantienen el poder: basta descubrir la acción excluyente que ejercen las transnacionales, que poco les importan los denominados “países tercermundistas” y, la naturaleza misma, lo que realmente importa es el fin, no los medios⁠9.

El Estado-nación tiende a la homogeneización del colectivo social, no alcanza a ver más que una masa amorfa a partir de la que alcanzará la realización de sus intereses. La exclusión es una de sus notas primordiales, no distingue una comunidad integrada por personas con la misma posibilidad de igualdad. Por ende, brindará mayor interés a la voluntad de los mandatarios basándose en la libertad de asociación. Lo cual deriva en la permisibilidad para la homogeneización  que rompe con la Nación tradicional y cimienta la autodestrucción.

El denominado Estado-nación por su carácter homogeneizante, se encuentra en crisis, advierte Villoro. El poder termino desbordando la capacidad de éste, porque la globalización, en todos los ámbitos del quehacer humano, “origino una radical transformación de las relaciones entre las naciones⁠10”. Dió lugar a la imposición de nuevos poderes, autorreguladores, que no tienen fronteras, ni control social, ni leyes, ni sanciones. Ante tal constitución de la globalización los Estados muy poco pueden hacer debido a la limitación de sus poderes⁠11

Dicha situación abre un enigma: ¿qué hacer?, ¿hay solución? Para Villoro no es tan desolador, por el contrario, el Estado-nanción se encuentra en la crisis. De las ruinas del Estado-nación surge la posibilidad de establecer un nuevo Estado, al que denomina Estado-plural. La alternativa para Villoro no es el regreso ciego al pasado, tampoco la supresión del Estado-nación puesto que aún está en condiciones de ejercer una doble función: una exterior, la otra interior. La primera es la defensa de los intereses nacionales, en tanto que la segunda se preocupa por el mantenimiento de la paz. Entonces, más que la invención de un nuevo modo de satisfacción de las necesidades básicas o de la supresión del Estado la tarea es, indica nuestro autor, la reforma del estado moderno en la instauración de “un mundo otro”.


1 Véase: 2.2
2 Cfr. Id., El concepto de…p. 171.
3 Id., Estado plural, pluralidad de culturas (Paidós, México 22002) p. 13.
4 Id., Creer, saber, poder (Siglo XXI, México 152002) p.
5 Nos detendremos solo en las características que otorga a la nación, pues consideramos que en ella subsisten las otras dos y, en consecuencia, no repercutirán en el análisis de la propuesta villoriana.
6 Id., Estado plural,… p. 17.
7 Ibíd. p.18.
8 Ibíd., 80.
9 Véase: Id., Fines y medios en Valor y poder: fundamentos de una política (FCE, México 22001) pp. 111-126.
10 Id., Estado plural, … p. 48.
11 Cfr., Ibíd., p. 49

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