El Manifiesto Comunista y La Pedagogía de la Liberación.


15 de Abril de 2016. Durante el quinto aniversario de Cherán K'eri.

El Manifiesto del Partido Comunista, escrito por Marx y Engels,  fue publicado en 1848. Sus autores estudiaron exhaustivamente a los economistas ingleses, Inglaterra era entonces el centro mundial del capitalismo. Marx encontró gran afinidad con la doctrina de los comunistas que criticaban radicalmente al sistema capitalista. Ya en esta época eran evidentes los estragos del capitalismo. Por lo tanto, el Manifiesto sería una crítica al capitalismo y, a la vez, una posición ante él: su superación a través de la lucha de clases. La burguesía eliminó todas las formas feudales y generó al proletariado. El proletariado, afirmó Marx, ha de ser la clase revolucionaria que termine con el orden burgués capitalista e instaurare un nuevo orden de igualdad. Porque los seres humanos sólo podrán realizarse en una sociedad libre y justa. La institucionalización de la explotación de toda una clase, la de los trabajadores asalariados es condición necesaria para transformar el sistema capitalista. En ella se justifica la lucha por un estatus quo equitativo. En otras palabras, mientras haya explotación existirá la necesidad de irrumpir en contra de ella y de quienes la sustentan.

El objetivo del Manifiesto
El Manifiesto surgió con el desacuerdo de las injusticias generadas por el capitalismo. Su objetivo fundamental según Engels:
La idea fundamental de que está penetrado todo el manifiesto -a saber: que la producción económica y la estructura social que de ella se deriva necesariamente en cada época histórica constituyen la base sobre la cual descansa la historia política e intelectual de esa época; que, por lo tanto, toda la historia (desde la disolución del régimen primitivo de propiedad común de la tierra)  ha sido una historia de lucha de clases, de lucha entre clases explotadoras y explotadas, dominantes y dominadas, en las diferentes fases del desarrollo social; y que ahora está lucha ha llegado a una fase en que la clase explotada y oprimida (el proletariado) no puede ya emanciparse de la clase que la explota y la oprime (la burguesía), sin emancipar, al mismo tiempo y para siempre, a la sociedad entera de la explotación, la opresión y las luchas de clases- esta idea fundamental pertenece única y exclusiva a Marx. (Prefacio a la edición alemana de 1883, p 13).
Reafirmaré el objetivo del Manifiesto Comunista (MC) con la Tesis XI sobre Feuerbach (1845): “Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo”. Por lo tanto, en última instancia el Manifiesto comunista pretende ser la inauguración del proceso de transformación. 
Desde nuestro contexto.
La afirmación con la que inicia el MC es igual de vigente: “La historia de todas las sociedades hasta nuestros días es la historia de las luchas de clases”. (P. 18). Aunque muchos se empeñen en afirmar que la historia ha determinado de manera contundente que los principios establecidos por Marx no son ya pertinentes. Por ejemplo Raúl Fornet-Betancourt afirma:
La actualidad de nuestra época ofrece un horizonte donde todo esfuerzo por un proceso de cambio aparece como algo inútil, es más, absurdo y trasnochado. Pues, no se nos repite acaso que la historia ha llegado a su fin.
En el contexto de esta “actualidad” no es, por tanto, extraño que la visión que teníamos del marxismo haya cambiado por completo, y que hoy se vea más bien como una filosofía superada y un programa político desmentido por la historia misma. Ni el mundo ni la historia tendrían ya lugar para su visión alternativa, a no ser evidentemente en la memoria terca de algunos melancólicos y nostálgicos.
Pensar si quiera en la postura de Fornet-Betancourt es ya asumir la imposibilidad de la transformación. Hoy día, desde nuestra realidad, podemos establecer que la lucha de clases es vigente, que es más fuerte y compleja. Pero afirmar que no hay lucha de clases es sumirse ante el mundo ingenuamente. Por lo tanto, debemos reconocer que en nuestra actualidad una clase   (burguesa) está somentiendo a la otra (proletariado), a través de un sin fin de modos; pero, en última instancia, todas las estrategias descansan en la lógica del capitalismo:
La gran industria ha creado el mercado mundial, ya preparado por el descubrimiento de América. (…), Y a medida que se iban extendiendo la industria, el comercio, la navegación y los ferrocarriles, desarrollábase la burguesía moderna, como vemos, es ya de por sí un largo proceso de desarrollo, de una serie de revoluciones en el modo de producción y de cambio. P. 19-20.
La lógica del capitalismo ha logrado establecerse en todas las relaciones que el ser humano establece. Pareciera que nada escapa a su lógica. De tal forma que se posiciona como una verdad, quasidogmática. La ética en la que se sustenta el capitalismo obedece a la naturaleza misma del capitalismo. Esta ética se concentra en justificar las injusticias, la dominación, exclusión y , sobre todo, el libre mercado. Esto ha sido posible a través de la configuración del poder : “Cada etapa de la evolución recorrida por la burguesía ha ido acompañada del correspondiente proceso político”. (20 p.). Nos situamos, sin lugar a dudas, en un entramado social regido por la violencia del mercado y “la hegemonía exclusiva del poder político en el Estado”. La consecuencia lógica es que “El Gobierno del Estado moderno no es más que una junta que administra los negocios comunes de toda clase burguesa” (20 p.). La complicidad entre Gobierno y burguesía, o mejor dicho, el gobierno ha venido siendo la representación “ética” de la burguesía, se verifica en las políticas de mercado que se establecen desde el Estado. Siempre son en beneficio de los que más tienen y, por supuesto, contra los que menos tienen. Veánse los sucesos inmediatos de nuestra realidad: el tratado de libre comercio, el caso de luz y fuerza, la monopolización de los servicios públicos, los interminables desvíos de recursos y la represión sindical. Preguntemonos como lo hizo Freire en su momento: ¿Qué tipo de ética es aquélla que busca el bien particular por encima del bien común?
Es imposible pensar que lo burgueses opten por la ética auténtica. Lo que ellos piensan es la especialización de los medios de producción. Porque como se indica en el Manifiesto comunista: “La burguesía no puede existir sino a condición de revolucionar incesantemente los instrumentos de producción y, por consiguiente las relaciones de producción, y con ello todas las relaciones sociales”. Por ello, el capitalismo se ha apropiado de la educación en su conjunto al grado de proponer “educación por competencias”. Curiosamente los instrumentos de producción sólo se revolucionan, se hacen más eficaces y garantizan mayor producción en las competencias que se establezcan entre quienes los diseñan, desarrollan y operan.
¿A quién corresponde “educar” a los que diseñaran, desarrollarán y operarán estos instrumentos? La educación, en el mismo sentido que el ser humano, no se corrompe en sí misma. Sino desde el enfoque que la educación se piense:
“La burguesía ha despojado de su aureola a todas las profesiones que hasta entonces se tenían por venerables y dignas de piadoso respeto. Al médico, al jurisconsulto, al sacerdote, al poeta, al hombre de ciencia, los ha convertido en sus servidores asalariado”.
La burguesía ha desgarrado el velo de emocionante sentimentalismo que encubría las relaciones familiares, y las ha reducido a simples relaciones de dinero. (21 p.).
No sólo se ha despojado su aureola, sino que además ha inventado nuevas formas de “asalariados” en la constitución de profesionales del salario. Hoy día la educación es pensada desde su base en el perfeccionamiento del capitalismo, no sólo forma productores sino también consumidores: la educación se ha deslindado de su posición ética. Ya no se obedece como afirma, Dussel en las 20 tesis de política y Marx en Reflexiones de un Joven en la Elección de una Profesión a la vocación, sino a la alienación que el capitalismo ha creado. La educación es factor clave en la formación de profesiones serviles. No hay más formación de sujetos, sino de objetos que serán instalados en la mecánica del capitalismo y en cuanto tales renuncia a su libertad y contribuyen a su autodestrucción en la dinámica del capitalismo:
Las antiguas industrias nacionales han sido destruidas y están destruyéndose continuamente. Son suplantadas por nuevas industrias, cuya introducción se convierte en cuestión vital para todas las naciones civilizadas, por industrias que ya no emplean materias primas indígenas, sino materias primas venidas de las más lejanas regiones del mundo, y cuyos productos no sólo se consumen en el propio país, sino en todas las partes del globo. (22 p.).
Por lo tanto, el problema que nos acomete no será solucionado sólo desde la “educación”. Sino desde la transformación de las bases que sustentan al sistema capitalista. Esto es, desde el paso de la política y la ética, simuladas, hasta la instauración de la política y la ética auténticas. Por lo tanto, los seres humanos sólo se podrán realizar, establece Marx, en una sociedad libre y justa, a través de la destrucción del capitalismo:
Las armas de que se sirvió la burguesía para derribar al feudalismo se vuelve ahora contra la propia burguesía.
Pero la burguesía no ha forjado solamente las armas que deben darle muerte; ha producido también los hombres que empuñarán esas armas: los obreros modernos, los proletarios. (25 p.).
La lucha de clases es inevitable:
Desde hace algunas décadas, la historia de la industria y del comercio no es más que la historia de la rebelión de las fuerzas productivas modernas contra las actuales relaciones de producción, contra las relaciones de propiedad que condicionan la existencia de la burguesía y su dominación. ( 24 p).
Por lo tanto, la pedagogía de la liberación es sólo una parte del andamiaje para la transformación. No bastará con saberse subyugado. Falta la apropiación del poder político en su totalidad. Y este nuestro deber ético. Sin embargo ha de considerarse que:
Aveces los obreros triunfan; pero es un triunfo efímero. El verdadero resultado de sus luchas no es el éxito inmediato; sino la unión cada vez más extensa de los obreros. Esta unión es propiciada por el crecimiento de los medios de comunicación creados por la gran industria y que ponen en contacto a los obreros de diferentes localidades. (…). Más toda lucha de clases es una lucha política.
En el auge de los medios de comunicación es preciso asumirse en cuanto sujeto ético para buscar la organización de los desharrapados del mundo. La opción está entre seguir consintiendo al sistema establecido o buscar la liberación.

Comentarios

Entradas populares