Latencia


Cuanajo, Mich.


Sin saberlo, Uno siempre se anda buscando.

Nunca olvidaré: el aroma de la tierra, 
el sabor de la cerveza sazonada entre palabras, 
la fecunda frugalidad de la sangre en los labios. 
Que en medio de la corrupción germinamos rabia. 
Andarse sigiloso, entreverando el deseo 
y carcomiendo el tedio e irrumpir el silencio social. 
Tocar la puerta hasta mancillarla, 
cada golpe resume la impotencia y desvela lo imposible. 
A veces la puerta permanece inerme y serena, 
pero siempre en el horizonte de la apertura. 
Sentarse a esperar es insuficiente, quemarla innecesario. 
Un respiro profundo, seguido de la invocación 
para reconocer y recordar cómo desde la profundidad:
Existe rebelión más allá de lo visible: 
Me nombras y, también, mancillas la puerta.
Esperar a que la luna transfigure la realidad. 
El vértigo de lo posible brotará; una vez más.



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