Mirada sagaz


Nos han  arrebatado una a uno, uno a una a quiénes con nosotros reían y andaban. Nos quedamos nosotras, nos quedamos nosotros para insistir por la vida por sobre la muerte.


Parecía un día similar a los otros sacado del corriente minutario, semejante así mismo y acuñado como los tantos otros. La aberración de los que mutilan y violan profanando territorios sagrados lo alcanzaban a eximir.

Todo lo demás, cada objeto estaba en lugar que le corresponde: la maceta a contra esquina de la puerta; el retrato del Che en el punto medio de la pared frontal; El Lobo Estepario a la espera de tu mirada junto a la Tregua de Benedetti.

El aire mantiene el indescriptible aroma a tu naturaleza y el imprescindible estigma del café.

Cuanta calma.
Abro bien los ojos.
Respiro hondo:
hasta los limites de la asfixia.
Bastiones de madera.
Polillas las aspiraciones.
Ojos secos, boca y grietas.
Todo paso firme y hondo.
Ganas de volverme a tu vientre.
Jamás desandar lo andado.
¿Era necesario cazarme?
¿Mirar trás la rendija?
¿Descubrir la desgarrada alma?
¿Los escaños?, ¿Mis demonios?, ¿Mi locura?

Los sentidos, sin embargo, se constriñan y acomodaban en un turbio torbellino irrevocable. Las palabras ahogadas y las miradas vacías son chispazos resecos ante la obscuridad. El ser deviniendo en rabia y el orgullo henchido en castillo.

Que bien que te ves: desgarrándome al silencio. Calla, deja descender al fuego que corre entre palma y palma…


Colorario

Mientras haya vida y memoria seguiremos insistiendo en que se ha de vivir libres y dignos. Hoy pasó Marichuy por el territorio purhépecha para recordar, volver a pasar por el corazón, las razones para alzar la voz. No hubo mucha gente, tampoco nuevas voces, ni palabras renacidas. Falta recordar y falta sepultar ese discurso ya desgastado del indigenismo que se usa al estilo de los partidos políticos.
Marichuy puede ser el hilo y la aguja que zurza un nuevo discurso y dé lugar a nuevas voces y proyectos. 

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